SOCIALISMO DEL SIGLO XXI
(ensayo)
“El socialismo del siglo
XXI, no debe construirse sobre viejos cimientos, liderizados por hombres
imbuidos por una línea de pensamiento decimonónico.
La Democracia no es
un orden fijo, es un proceso en continuo cambio que se enfrenta ahora mismo a
su verdadero destino, lo que llamó Ilya Prigogine, fisicoquímico ganador del
premio novel “el punto de bifurcación” en el que un sistema salta a un nivel
superior de organización ó se desintegra por completo.
El Socialismo del siglo
XXI no es más que el deseo de crear un mundo en el que la prosperidad, la
abundancia, la paz y la justicia social prevalezcan; un fin noble y
compartido por cualquier ser humano.
El anacrónico socialismo
utópico, el materialismo histórico y el socialismo de estado, son sistemas
superados y obsoletas ideas que no tienen cabida en esta era digital.
Hemos de esperar una
lucha histórica para rehacer y refundar nuestras instituciones políticas
y volverlas congruentes con el inédito socialismo del siglo XXI en puerta.
La principal contienda
política que se avecina no será como muchos se imaginan entre la izquierda y la
derecha, sino entre los admiradores de la cuarta república y sus valores, por
una parte y las fuerzas del ideario Bolivariano, la ética y la moral
republicana, por la otra” .
Euclides Quevedo Abril
INTRODUCION:
Muy poca gente sabe lo
que es el Socialismo del Siglo XXI que el Presidente Chávez Frías, propone como
alternativa al capitalismo. En la búsqueda para ilustrar sobre el tema, hemos
querido presentar a nuestros lectores, una visión emergente y alternativa, con
el objeto de abrir el debate sobre el tema.
Estamos
inmersos en una lucha histórica para refundar la república y por ende, sus
anacrónicas instituciones y estructuras políticas, administrativas y jurídicas,
diseñadas para una sociedad democrática de la forma en que la conocíamos como
democracia representativa, hoy puesta en tela de juicio todas sus defensas tradicionales
y desafiándonos a redefinirla en términos validos para el siglo XXI.
Ello ha
ocasionado enormes espasmos de intransigentes reacciones de una minoría, muchos
de los cuales con privilegios y respaldos burocráticos, en contraposición
a los millones de ciudadanos republicanos que conforman la nación
venezolana. A nadie sorprenderá que incluso los políticos más
aviesos parezcan estar confundidos; muchos de ellos no han dudado en leer
libros necios de política con títulos como “El
Príncipe de Maquiavelo”; otros recorren sendas esotéricas o astrológicas;
algunos toman cursos de liderazgo y democracia de masas, mientras otros asisten
a cónclaves soterrados, como si pensaran que lo que esta sucediendo en la
Venezuela de hoy, es cuestión de parapsicología o de maniobras o tácticas
políticas.
Los tiempos
de transición política y pacífica que corren no son normales; la refundación de
la República desconocida hasta ahora y amenazadora para algunos, requiere
la creación y la ruptura frecuente de las relaciones de poder en constante
reajuste. Cada intento por transformar y refundar el estado, hace que la
resistencia se dispare y que nuevos conflictos hagan su aparición. Algunos
llegan a ver en el poder político, un pastel del que minúsculos y minoritarios
grupos luchan por llevarse la mejor parte, inflamando a sus seguidores
con su singular visión de la realidad.
Si esto
fuera todo resultaría revolucionario, pero el proceso va más allá empujado por
cambios paralelos y radicales en la naturaleza y estructura del poder político.
Los más obsesionados con limitar el cambio y la transformación, pareciera no
ser conscientes de lo que está pasando, no es más que una sorprendente
transformación histórica.
El anacrónico socialismo
utópico, el materialismo histórico y el socialismo de estado, son sistemas
superados y obsoletas ideas que no tienen cabida en esta era digital. Durante
más de un siglo, los socialistas del siglo XX y los defensores del capitalismo
entablaron una enconada guerra a propósito de la propiedad privada frente a la
propiedad pública y a la distribución de la riqueza, de lo que le corresponde a
cada uno; muchos hombres y mujeres dejaron literalmente su vida en este empeño.
Lo que ninguno imaginó fue que un nuevo sistema humano para crear riqueza hizo
virtualmente obsoletos sus razonamientos. Porque la forma más importante de
propiedad y riqueza, ahora es intangible y a su vez inagotable, es el
conocimiento y éste es uno de los principios del nuevo e innovador Estado
Social, en lo que se constituye la República por mandato
constitucional.
Una de las celebres
frases que pasará a la historia republicana del Comandante Presidente Hugo
Chávez, es “Sí queremos acabar con la
pobreza y la exclusión, démosle poder al pueblo, démosle conocimiento”. Darle
poder a los pobres, a través del conocimiento de la educación, es la verdadera
revolución que estamos presenciando en el hemisferio occidental y Venezuela es
el pilar en la catedral de la nueva e inédita teoría social.
El conocimiento es la más
democrática fuente de poder del siglo XXI, puesto que los pobres y los
excluidos también pueden adquirirlo. El dinero no puede cambiarlo todo y en
algún momento, hasta la cartera más repleta llega a vaciarse, por el contrario,
esto no sucede con el conocimiento humano, siempre podemos generar más, es, al
menos en principio, infinitamente ampliable.
Este nuevo y
revolucionario cambio se convierte en una amenaza para el moribundo y decadente
capitalismo, porque sea cual fuere el abismo que separa a los ricos de los
pobres, una sima todavía mayor separa de los que tienen las armas de los que no
la poseen y a los ignorantes de los instruidos.
Por debajo de este
colosal proceso hay un modelo que emerge con magníficos ideales y el deseo de
crear un mundo donde la prosperidad, la paz y la justicia social prevalezcan.
La revolución más importante que hoy se produce en Venezuela es el auge de una
nueva civilización, con un nuevo y radical sistema social en el que el Estado
libera el conocimiento y moviliza a los ciudadanos.
No es una mera
transferencia de poder al ciudadano, sino una verdadera transformación en las
relaciones de poder entre el Estado y el Pueblo. Pero ojo, el socialismo del
siglo XXI, no debe construirse sobre viejos cimientos, líderizados por
hombres imbuidos por una línea de pensamiento decimonónico. Hemos de esperar
una lucha histórica para rehacer y refundar nuestras instituciones
políticas y volverlas congruentes con el inédito socialismo del siglo XXI que
adelantamos.
La
democracia no es un orden fijo, es un proceso en continuo cambio que se
enfrenta ahora mismo a su verdadero destino, lo que llamó Ilya Prigogine,
fisicoquímico ganador del premio novel “el
punto de bifurcación” en que un sistema salta a un nivel superior de
organización ó se desintegra por completo.
La
democracia como sistema político, no predica unas formas preestablecidas. Como
sistema pluralista cabe, dentro de su estructura, una gran variedad de formas
de gobierno; lo que importa al sistema democrático es garantizar la libre
emisión de las ideas, el respeto a los derechos humanos, la libertad de
investigación científica, el desarrollo económico, la elevación del nivel del
pueblo y la dignidad del hombre, entendida esta en su magnitud espiritual y
material, en fin la Justicia social; lo que interesa a un sistema
democrático es preservar esos principios, independientemente de las
instituciones que se adopten.
La democracia participativa contemporánea aparece como un sistema que
propicia la creación de instituciones lo suficientemente fuertes y ágiles que
permiten la participación efectiva del pueblo en las decisiones políticas y en
los productos del desarrollo económico, eso es el socialismo del siglo XXI.
Además, la democracia representativa y la democracia participativa son dos
realidades psicológicas diferentes. El sistema de participación cree en el
ciudadano, en la igualdad, la discusión, en el dialogo, en la libertad, en el
pluralismo. El sistema representativo, mantiene la hegemonía de los
partidos políticos y la exclusión de otros en el proceso político, el monopolio
de la representación democrática y de la participación política.
Vemos como la actitud de
dirigentes democráticos de América Latina denunciando los fracasos de la
democracia representativa, propicia la búsqueda de alternativas capaces de
analizar con afán nacionalista las instituciones políticas de nuestros pueblos
a fin de proponer audaces transformaciones que permitan saltar los escalones
que nos separan de las sociedades industrializadas. El progreso y el
desarrollo de la Nación no vendrán dado por instituciones importadas de los
países desarrollados ni por la vuelta a instituciones o sistemas tradicionales
y obsoletos ya superados. La experiencia venezolana, después de más de cuarenta
años de democracia representativa, debe constituir el símbolo más patente de
que ese no era el camino que conduciría a la liberación social, política y
económica del pueblo.
En estos pocos años de la
vigencia, promulgación y declaración constitucional de la democracia de
participación y protagonismo popular, se ha acumulado alguna experiencia para
reflexionar seriamente sobre el destino político del país, sobre la búsqueda de
ese socialismo de la nueva era.
¡Que inventen ellos!, dijo quién
por otros muchos motivos puede considerarse entre las inteligencias más
esclarecidas de nuestra cultura hispana, a la que quiso atribuirle una
exclusiva misión contemplativa, dejando para otros pueblos las facultades de
invención. ¡Que inventen ellos!,
parecen decir algunos venezolanos, hombres y mujeres para quienes la facultad
de invención pertenece solo al campo de las ciencias físicas y
experimentales.
Sí unas generaciones
nacen para crear y otras para mantener las instituciones sociales, políticas,
jurídicas y económicas de una República, no existe duda ninguna, que la generación
de hoy, tiene sobre sus hombros la magna y extraordinaria tarea de
reconstituir, reorganizar y reinventar el nuevo Estado venezolano. La evolución
de la contemporánea sociedad venezolana con su aceleradísimo dinamismo
institucional en todos sus ordenes, es lo que nos permite descubrir que en
nuestro país, efectivamente se esta desarrollando ante nuestros ojos y ante la
natural reacción al cambio de algunos, una verdadera Re-evolución; Aceleramiento
evolutivo que ha quedado plasmado en el Preámbulo Constitucional, al disponer
como una de las principales motivaciones el fin Supremo de refundar la
República para establecer una sociedad democrática, participativa y
protagónica.
Siguiendo con el recuerdo
de la novela de García Márquez, allí encontramos que “…éste es el gran invento de nuestro tiempo”, le recordó el Coronel
Aureliano Buendía, la frase de su padre José Arcadio, justo frente al pelotón
de fusilamiento; y ante dramática circunstancia, le vino a la memoria la tarde
en que el fundador de Macondo, lo llevó a conocer el hielo y la exclamó con
solemnidad con la mano tendida sobre el témpano de hielo: “Este es el gran invento de nuestro tiempo”. Ante esta inocente
expresión, con parecida ingenuidad, alguien pudiera preguntarse cuál sería el
invento político, social, económico y jurídico de nuestro tiempo; ocho años
después, a nadie puede caberle duda que tal privilegio lo tiene el pueblo
venezolano frente a sus ojos, el
socialismo del siglo XXI.
Frente a esta enorme, a
veces incomprendida y cruda realidad, nos queda la esperanza que esta reflexión
dará lugar a una más trascendente: la obligante reflexión que ha de
hacerse todo ciudadano republicano sobre la necesidad de encaminar sus
esfuerzos, de dirigir sus actos y de ordenar sus pensamientos a la
reconstrucción y reinvención de una sociedad democrática más justa y solidaria,
hecha a la medida de la eminente dignidad del ser humano; y si esta fue la
obligación que tuvo el hombre en todas las épocas, nunca como hoy se esta
presentando en términos tan perentorios; por cierto, este dilema fue expresado
en palabras simples, graves y terribles por Martín Luther King: “O aprendemos a
vivir todos juntos como hermanos o habremos de morir todos juntos como
idiotas”.
SOCIALISMO DEL SIGLO XXI.
El Socialismo del siglo
XXI no es más que el deseo de crear un mundo en el que la prosperidad, la
abundancia, la paz y la justicia social prevalezcan; un fin noble y compartido
por cualquier ser humano y en todas las épocas.
Es necesario tener conciencia
que la principal contienda política que se avecina no será como muchos se
imaginan entre la izquierda y la derecha, sino entre los admiradores de la
cuarta república y sus valores, por una parte, y las fuerzas del ideario
Bolivariano, la ética y la moral republicana, por la otra.
A CONOCER EL PENSAMIENTO DE HUGO CHAVEZ
Es una necesidad ahondar
en los escritos y documentos compilados por el Comandante Hugo Chávez desde sus
inicios, allí encontraremos muchos de los principios y bases del ideario
Bolivariano que inspiran el socialismo
del siglo XXI. No olvidemos releer los diez objetivos estratégicos del
salto adelante, igualmente producidos por el Presidente.
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