sábado, 22 de julio de 2017

FORMACIÓN Y CULTURA 
CONSTITUCIONAL

Euclides Quevedo
Abogado constitucionalista

La Paz como desencadenante constituyente

Euclides Quevedo
Abogado constitucionalista

Las relaciones entre poder constituyente popular y democracia se teorizan en el marco de la Revolución Francesa del siglo XVIII, pero tienen antecedentes relevantes y se consideran estas categorías como uno de los problemas capitales del derecho publico moderno; son categorías que aparece en la historia deliberadamente escondidas.

Ese ocultamiento no es gratuito, tiene una función ideológica que encubre la tensión que siempre ha existido entre poder constituyente democrático popular por un lado y poderes constituyentes oligárquicos o autocráticos por otro. La historia en buena medida ha sido una historia entre tensiones entre procesos de democratización y desdemocratización y el ocultamiento de la temática del poder constituyente democrático popular.

Estas categorías del poder constituyente originario popular democrático, que están profundamente enraizadas en el constitucionalismo contemporáneo han sido deformadas de tal manera que hoy resultan de alguna manera irreconocibles en gran parte de las sociedades complejas del hemisferio occidental y que la mayoría de los pueblos desconocen su existencia.

La idea de constituir democráticamente está presente en la antigüedad, tanto la idea de constituir como la idea de democracia. Ya en el derecho público romano, la idea de constituir viene vinculada a una práctica legislativa específica y superior a otras prácticas, siendo el poder para iniciar cambios significativamente radicales que permiten refundar las relaciones de poder que existían en la sociedad romana.

La democracia aparece también desde sus orígenes como un concepto que surge con una fuerte connotación de clases, totalmente distinta a como se concibe la democracia en la actualidad; se concibe como el gobierno de los muchos, el gobierno de los pobres libres, de las clases no plutocráticas frente al gobierno de las minorías económicas y las oligarquías.

La idea de constituir como la idea de democracia como categoría socioeconómica eran categorías tan conflictivas que desaparecieron durante muchos siglos del lenguaje político y del jurídico. 

Fue en la baja edad media, en el siglo XIV, cuando vuelven aparecer estas ideas de constituir democráticamente y que esta vinculada al concepto de poder constituyente originario popular con Marsilio de Padua que escribe su famosa obra “Defensor Pacis” “El defensor de la Paz” (1324), cuando el emperador Luis IV de Baviera mantenía un grave conflicto con el Papa Juan XXII y se establece en ese momento histórico a quien corresponde la soberanía.

La soberanía – decía Marsilio de Padua - no le corresponde ni a uno ni al otro, porque ninguno puede constituir al otro, ninguno puede autorizar el ejercicio del poder por parte del otro, porque el único sujeto capaz que puede constituir a esos poderes es el Pueblo, una fuerza extrainstitucional como la multitud necesitada, un sujeto externo que es la fuerza capaz de constituir a los otros poderes.

Así aparecen con mucha fuerza en el siglo XIV estas categorías que van a preconcebir la idea de poder constituyente democrático que instituye la autoridad política, que determina las formas de gobierno y se va incubando como una idea fuertemente secularizada, profana, quedando muy claro que hay dos tipos de poderes, un poder superior que es el que participa en la constitución de un orden o poder popular constituyente, superior al otro poder que es el que gobierna dentro de ese marco constituido.

Así tenemos que hoy, como desencadenante constituyente el jefe de Estado Nicolás Maduro, fundamenta esa convocatoria a la convención constituyente en puertas, invocando en primer lugar la Paz, al decretar por “…el interés supremo de preservar y profundizar los valores constitucionales de libertad, igualdad, justicia e inmunidad de la República y autodeterminación del pueblo...” y fundamentalmente para la búsqueda de la paz como valor superior constitucional, como derecho humano y como deber constitucional de todo ciudadano para la convivencia social y pacifica de la Nación.

De manera que, la historia nos informa que una convocatoria al poder popular constituyente originario es la única y ultima vía democrática que puede poner fin a conflictos políticos, sociales y económicos que se han dado a lo largo de nuestra existencia societal en busca de la tranquilidad, el sosiego, el orden social y la Paz como bien preciado de la humanidad y de la sociedad venezolana en particular.




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